La formación de la conciencia es fundamental para que los católicos participen activamente en la vida política y social. Este proceso implica educarse sobre los principios de la doctrina social católica y cómo se aplican a los problemas actuales. La conciencia bien formada permite discernir el bien común y promover la dignidad humana en las decisiones políticas. Además, la participación cívica es un deber moral que incluye votar, abogar por la justicia y comprometerse en el diálogo social. La oración y la reflexión son herramientas esenciales que guían a los fieles en la toma de decisiones responsables, asegurando que su fe influya positivamente en la sociedad.