La industria de la moda ofrece una variedad interminable de propuestas en las que gradualmente se ha hecho del cuerpo humano un verdadero culto a la sensualidad. Se ha corrompido de una manera tan execrable que la mujer se ha convertido en el objeto sexual de todo producto comercial. Ante esta realidad es importante considerar que la pureza es una virtud eminentemente positiva, que no supone un cúmulo de negaciones: “no veas”, “no pienses”, “no hagas”, sino que es una verdadera afirmación del amor. Hoy recordaremos los medios para alcanzar y conservar la virtud de la pureza.